Sirva este texto para agradecer a los padres de niños deportistas su labor de padres. Así como el niño tiene que ser niño y su monitor tiene que ser su monitor, los padres deben de ser, antes que nada, padres. Hemos seleccionado a dos de ellos, dos que siempre han destacado por su admirable forma de comportarse. Dos padres que no presionan a sus hijos para que jueguen y ganen, dos padres que lejos de querer ser entrenadores directos de sus hijos han confiado esa labor a quienes se dedican a ello, dos padres que siempre han apoyado a sus pequeños, cuando pierden y cuando ganan, dos que han sabido calmarles en la victoria y animarles en la derrota, dos que no discuten con los árbitros cuando se ven forzados a tomar una decisión difícil. En resumen, dos padres que realizan la labor que ellos mismos se encomendaron cuando decidieron que sus hijos iban a participar en los Juegos Escolares de Aragón y a quienes hay que aplaudir por no desviarse de ese camino aun cuando los éxitos han llegado.
Sirva también este texto para reconocer la labor de los pacientes monitores, en este caso de la disciplina del ajedrez. Personas entregadas que invierten horas y horas en preparar las clases de sus alumnos y que dan lo mejor de sí para que los pequeños disfruten del deporte, en este caso del intelecto, y que con ello se desarrollen dentro de un ambiente sano y rico en deportividad. Pero sirva para reconocer, principalmente, el trabajo de aquellos que han sabido realizar este trabajo de tal forma que sus alumnos siempre les recordarán con cariño y con cierta admiración.
ENTREVISTA:
Aprovechamos la excusa de este artículo para salir de dudas con respecto a cómo debemos ser los padres y los monitores de los chavales y tenemos para lograr nuestro objetivo a Gregoria Hijazo, la madre de Margarita Montañés Hijazo, la subcampeona de Aragón sub-14; a Rafael Jiménez que es el padre de Alejandro Jiménez Fernández, subcampeón de Aragón sub-12; a Antonio Bernad, toda una institución en la enseñanza de este arte en Aragón considerado maestro de monitores; y a Sandra Plo, una monitora que, en comparación, empieza; pero que ya ha tenido unas cuantas decenas de alumnos por los que sufrir y por los que ha recibido la compensación de verlos crecer intelectualmente.
-Don Antonio ¿cómo deben intervenir los padres en el desarrollo de un niño ajedrecista?
-Dándoles ánimo, sobre todo en los momentos “amargos” de los contratiempos. Apoyando la labor que su monitor intenta inculcarle al niño que va encaminada, o debe ir al menos, más hacia el amor por el ajedrez que a la consecución de resultados.
-Sandra ¿tú que opinas?
-Yo creo que deben seguir su formación y animarles a seguir y a jugar. Pero también deben dejar que ellos aprendan a desenvolverse en los torneos, con los otros niños, con los árbitros… Deben tener en cuenta que no es tan importante ganar, sino que encuentren un lugar en la “familia del ajedrez” que para mí es lo más importante.
-A la misma pregunta los padres respondieron, Gregoria asegurando que no interviene para nada y Rafael puntualizando lo que su compañera de entrevista ha olvidado “Sí, yo intervengo, voy y vengo con el a todas partes”
-Don Antonio, hay una duda que nos atormenta desde hace tiempo. ¿Deben los padres y los monitores entrar en la sala de juego mientras los chavales compiten?
-Creo que hay mucha leyenda negra al respecto. Dependerá del niño en cuestión. Conozco niños que la presencia de padre, monitor, amiguete del cole, etc… le rebaja el rendimiento en porcentajes apreciables. Salvo en ese caso creo que los padres merecen disfrutar de sus hijos también en este aspecto.
-Aquí la disparidad de opinión surgió entre los dos padres…
-Sí – afirmó Rafael -, aunque no entiendo ninguna, miro todas las partidas. Igual se me pega algo, de donde hay se puede aprender.
-No – aseveró Gregoria -, porque me pongo muy nerviosa y, creo, que ella también.
-Don Antonio ¿Qué les dices a los chavales cuando pierden?
-Otra vez será. Realmente has aprendido que ….. no deberías haberlo hecho.
Sandra dice algo semejante; pero con matizaciones interesantes…
-Que no pasa nada que unas veces se gana y otras se pierde y que hay que intentar subsanar los errores cometidos, pero que sobre todo que se lo pase bien jugando y con los amigos.
Es el momento en el que los padres pueden lucirse y realmente los dos escogidos para la entrevista lo hacen muy bien.
-Primero me sentaba mal – reconoció Rafael -, y le decía que pusiese interés y quisiera ganar. Ahora nada, la última ve que perdió le lleve a comer unos calamares y para mí una cerveza. Me he mentalizado, y él también, de que se tiene que perder.
-Yo le digo que no se preocupe – animar al que pierde es importante y Gregoria lo sabe -, que son dos contrincantes y alguien tiene que perder. Unas veces perderás y otras ganarás.
-Desde luego, cuando ganan todos les felicitan según su efusividad, lo cual también esta muy bien.
-Don Antonio, ¿cómo se forja un profesor de ajedrez? ¿Por qué se empieza a dar clases?
-Quise devolver al ajedrez, a mi manera, lo mucho que había recibido de él, que ha sido tanto… por ejemplo los miles, sí digo miles de amistades que me ha proporcionado. Bueno, también traté de arreglar el desierto que era el ACTUR a nivel de ajedrez base.
-Y sin duda lo ha conseguido. ¿Cuál es tu caso, Sandra?
-Supongo que para transmitir lo que yo siento por el ajedrez a otros niños como hace 13 años hicieron conmigo… Quiero que otros reciban todo lo que el ajedrez me ha aportado: formarme como persona, conocer mucha gente, pasar momentos inolvidables,
-¿Algún consejo para los demás padres?
-¿Rafael?
-Principalmente que ayuden y apoyen a los hijos.
-¿Gregoria?
-Que alaben a sus hijos ganen o pierdan y que intenten que se lo pasen bien.
-¿Don Antonio? ¿Algún consejo para los padres y, de paso, para los monitores?
-A los monitores, no me atrevo, y a los padres, a algunos, que valoren las ventajas que reciben sus peques con la simple participación. Que no les pidan puntos y perdon porla expresión que no les pongan cara de “perro” porque no hayan visto «esa jugada» que su «brillante mente» sí ha detectado y que casi siempre no era «tan buena». Normalmente el padre que «las toca» sabe entender el progreso y los fallos de sus hijos. Aprendan ajedrez los padres, aún están a tiempo.
-Para finalizar, Don Antonio, ¿Compensa dar clases de ajedrez? Si, cada semilla que siembras, aunque las recolecten «otros» me «alimenta» igual.
-Sandra para ti la misma pregunta…
-Sin duda da muchas alegrías. Poder ver que transmites lo que más te gusta a tus alumnos es una gran satisfacción y me alegra ver que ellos se divierten mucho.