Wilhelm Steinitz, apodado “El pensador”, nació en Praga, el 18 de mayo de 1836, para posteriormente nacionalizarse estadounidense.
La figura de Wilhelm Steinitz es, sin lugar a dudas, una de las más importantes de toda la historia del ajedrez. No sólo es destacable por ser considerado durante 28 años como campeón mundial, sino también porque desarrolló el juego nuevos conceptos de este deporte, hasta alzarlo al grado de una verdadera ciencia.
El primer gran éxito deportivo de Steinitz se produjo en Dublín, 1865, un año antes de lograr imponerse a Anderssen, tras tres intentos fallidos, y desplazarle del primer puesto mundial, acabando con el reinado de tres lustros del maestro de Breslau.
En la vida de Steinitz siempre hubo un antes y un después. Cuando era joven, antes de ser el mejor jugador de ajedrez del mundo, él desarrollaba un juego abierto, arriesgado, de ataque; por otro lado, su familia quería que fuese rabino, porque eran judíos; y, por último, su mente reaccionaba con prodigiosa rapidez para salvar cualquier problema. Después de ser el mejor ajedrecista, cuando al imponerse ante Anderssen se autoproclamó campeón del mundo, creando de este modo la principal figura del ajedrez profesional, Steinitz cambió su sistema de juego por el llamado ajedrez moderno, desarrollando la técnica de Philidor de conseguir pequeñas ventajas y utilizar una defensa cerrada; en cuanto a su familia, dejó a un lado aquella idea teologal; y, por último, su mente comenzó a trastornarse, al dilatar su ego.
Cuando Enmanuel Lasker le arrebató el título mundial, ya oficial, en 1894, el destronado campeón quedó un momento en silencio mirando al tablero. Todo era silencio a su alrededor cuando se incorporó con ayuda de su bastón y cuando alzó la voz para decir: “Tres hurras por el nuevo campeón del mundo”. Después se alejó con paso lento, sumido en su propia tristeza y con la mente herida.
En 1897, Steinitz ingresó en un sanatorio psiquiátrico, en Nueva York, para morir en el año 1900. “El pensador” que consiguió relegar el ajedrez romántico a un segundo plano, que sintetizó las ideas de Philidor, que clasificó todas las aperturas de ajedrez conocidas hasta su época, que creó el concepto de Campeón del Mundo de Ajedrez y que es considerado como el padre del ajedrez moderno, aseguró en sus últimos años de vida que podría jugar con Dios y que era capaz de vencerle dándole un peón y salida de ventaja.
Esta partida, jugada en el campeonato mundial en La Habana, en el año 1889, enfrentó al campeón mundial Steinitz con el aspirante Tchigorine, y obtuvo el Primer Premio de Belleza. Lo ofreció el príncipe Dadian de Mingrelia y fue una grata sorpresa para ambos ajedrecistas.
LA PARTIDA HISTORICA.
Blancas: Steinitz.
Negras: Tchigorine.
La Habana, 1889.
1.Cf3 Cf6 2.d4 d5 3.c4 e6 4.Cc3 c6 5.e3 Ad6 6.Ad3 Cbd7 7.0-0 0-0 8.e4 dxe4 9.Cxe4 Cxe4 10.Axe4 h6 11.Ac2 Te8 12.Te1 Df6 13.Ad2 Cf8 14.Ac3 Ad7 15.c5 Ab8 16.d5 Dd8 17.d6 b6 18.b4 f6 19.Dd3 a5 20.a3 e5 21.Ch4 bxc5 22.bxc5 Aa7 23.Tad1 Axc5 24.Dc4+ Ce6 25.De4 Cf8 26.Dc4+ Ce6 27.Ag6 Db6 28.Te2 Teb1 29.Tb2 Da7 30.Af5 Rf7 31.Te2 Da6 32.Dg4 Cf4 33.Txe5 fxe5 34.Axe5 g5 35.Ag6+ Rf8 36.Dxd7 Da7 37.Df5+ Rg8 38.d7 negras rinden. 1-0.